En la última década se ha producido un paso notable en la evolución de la seguridad y las operaciones de red, a medida que las empresas pasan a un modelo de red definida por software (SDN), centralizando el control de conmutadores, enrutadores, concentradores VPN, balanceadores de carga y dispositivos SD-WAN. Esto simplifica la gestión y el funcionamiento de la red, reduciendo los costos operativos y los riesgos gracias a una mejor gestión de parches y actualizaciones.
Al mismo tiempo, algunas organizaciones también han visto el valor de pasar a un modelo de red como servicio (NaaS), sustituyendo el gasto CapEx por un modelo OpEx y externalizando la gestión de todos los componentes de la red. Junto a este enfoque, las organizaciones también están sustituyendo los enlaces privados tradicionales, incluidos los circuitos MPLS, por un modelo SD-WAN para la conectividad WAN. Gartner prevé que, para 2026, el 45% de las ubicaciones corporativas utilizarán exclusivamente servicios de Internet para su conectividad WAN.
Sin embargo, el área que se ha pasado por alto en esta evolución hacia NaaS y SDN es la integración y gestión de la capa de seguridad. Este descuido se ha puesto de manifiesto en los últimos